Pregúntale a un matemático si se puede ganar a la ruleta francesa en el casino y te dirá que es imposible, porque el hecho de que exista el número 0 proporciona un margen al casino del 1/37 (~2,7%, que se convierte en un 5,4% en la ruleta americana).
La ruleta es un juego perdedor para el jugador: todos los números tienen la misma probabilidad de salir y el casino obtiene pingües beneficios mientras los jugadores son constántemente desplumados en un juego totalmente perdedor. ¿O no?
Pero no pasaba lo mismo con Los Pelayos. Los Pelayos elegían algunas mesas de ruleta de un casino determinado y durante varios días se dedicaban a recopilar sistemáticamente los resultados. Incluso estudiaban la inclinación y desgaste de las mesas de juego para conocer con mayor grado de certeza dónde iba a caer la bola. A continuación, procesaban los datos mediante programas informáticos basados en las probabilidades de las matemáticas y llevaban a cabo un minucioso cálculo de que les permitía anticipar las frecuencias y tendencias. Por último, elegían un día y apostaban a los números que el estudio revelaba como posibles ganadores.
Perdían dinero a veces, pero a la larga el método era infalible y acababan reventando la caja. Casinos de Madrid, Viena, Ámsterdam, Londres, Copenhague, Australia, San Petersburgo, París y, por supuesto, Las Vegas, comenzaron a caer. La fama de esta familia, que convirtió el azar en su profesión y negocio -se hicieron de oro- se extendió por medio mundo.
Al final, las salas les acabaron vetando la entrada. Hoy por hoy, padre e hijo están oficialmente retirados del juego activo, aunque juegan al póker online .
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